En estos engranajes gastados
no escucho tu voz dándome instrucciones.
Fría tarde de virutas y cuchillas,
poca luz para tus ojos humildes llenos de campo vencido.
Quien ofrece talonarios
no distingue el hambre del silencio
y de rodillas pide su descanso de domingo.
Fúnebres compaces de enciclopedia en razón de números perdidos.
No hay más letras en este cancionero mudo.
Palmas para acelerar el pulso
de una extraña enfermedad de mitos.
Angustiosa la brisa alicaída de perfumes
triste como el pan de las orquídeas.
¿ Cuántas naranjas alegran tu noche de disparos ?
¿ Cuántos discos son necesarios para llorar tu ausencia de feriado religioso ?
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