jueves, 12 de mayo de 2011

PALABRAS DE DESPEDIDA PARA MI PADRE.

“Un hombre ha pasado por la tierra
Y ha dejado cálida la tierra para muchos siglos.”
(Vicente Huidobro)


Papá:
Aunque pocas veces te dije papá, pues casi siempre era Espinoza, así como lo llaman a uno en la escuela, don guille o Dongui como te empezamos a llamar en este último tiempo, que además se diferenciaba solo de una letra del otro rey de la casa, el perro que decías te bailaba cueca por un pedazo de pan y te acompañaba en tu labor diaria de las cajas o algún invento que se te ocurría hacer.
Siempre pensé que iba a escribir en este momento, pensé en hacerlo antes de que ocurriese para estar tranquilo y que no se me olvidara nada, pero aquí estoy, a última hora como buen chileno.
Estoy tranquilo viejo, no te quería ver sufrir, porque siempre pensé que tu vida ya te había dado suficiente sufrimiento, Quedaste sin padre siendo todavía un niño, y en ese sentido, también me siento agradecido de la vida, de poder vivir a tu lado, a pesar de que antes no fuimos tan cercanos, aprendimos a decirnos te quiero, a abrazarnos, pues los Espinoza son una familia poco expresiva, y en cierta forma nosotros también heredamos esa mala costumbre.
Más allá de todas las diferencias siempre me apoyaste en todo, me acompañaste a la primera tocata de la banda del gato, esa que no fue la primera, entre borrachos y motoqueros eras el fans número uno, y ahí estuviste también entre las pifias de varias semanas barnecochínas tu corazón también apoyaba ese sueño que era también un poco el tuyo en tu anhelo de haber sido músico.
Cuando me tocó el servicio, me dijiste en la entrega de armas “estoy orgulloso de ti”, yo no me sentí muy bien pues para mi ser parte del ejército no era precisamente un orgullo, tu sabes lo que siempre pensé y sigo pensando, pero tu orgullo no era precisamente el uniforme, ni las armas, era el poder superar esa etapa, era sobreponerme a la obligación de hacer algo que no quería, era el orgullo de sostener mis ideales frente a la imposición de otros.
Me enseñaste a amar la vida, el trabajo con las manos, el amor al ser humano, la paciencia, la creatividad, la admiración por la capacidad y el valor del trabajo mismo, más allá del capital, del dinero, de la usura.
En una sociedad anarquista, la comunidad es la base de la organización, donde el líder surge de manera espontanea y natural, y tú fuiste un líder, en todo momento sin imposiciones, nos enseñaste a respetarnos, cuando comprabas los alimentos racionados o hacías turnos para ocupar la tele o la radio, así para que nadie pelee como nos decías, todos con los mismos derechos, todos con las mismas cantidades, hasta que ya no fue necesario hacerlo, porque aprendimos el respeto por el otro.
Me enseñaste un oficio, y aunque desaparece por la modernidad y los bajos costos de producción de otras formas, aquí estoy, recibiendo la posta y orgulloso de poder sostener tu trabajo, como un respiro, como un alimento para el alma, libre, libre como siempre ha de ser.
Tengo la certeza que descansas, en algún lugar del universo flota tu energía junto a la de tus amigos, el tío Alberto, el lucho, tu compadre polo, ahí en una fiesta donde se trabaje por gusto, donde tengan cabida tus inventos, donde alguien los valore y agradezca tu inteligencia, esa que no tuvo más universidad que la vida misma.
Más que pena viejo, es emoción y orgullo de tener tu mismo nombre, de ser tu hijo, sin tener que esconder la cara cuando alguien te nombra.
“Preocúpate de plantar el árbol primero me dijiste, pues el libro ya lo hiciste”, con tu apoyo hoy circulan cerca de cien cajitas del libro cuecas, entre regaladas y vendidas, que tu viejo hiciste con tus manos, y dejaste otras más que se irán repartiendo poco a poco, algo tuyo llevan también esos poemas y si algún día llego a ser padre, mis hijos sabrán quien fuiste y el orgullo que siento de ser tu hijo.
Que suenen los bombos y se agiten las banderas, un gran romántico viajero emprende su último viaje hacia el infinito, más allá del horizonte.

“Un hombre ha pasado por la tierra
Y ha dejado su corazón ardiendo entre los hombres
Tú eres la imagen de los siglos que vienen
Y esa es la voz del sembrador.”
(Vicente Huidobro)

1 comentario:

  1. "Emocionado, que más da, emocionado" un abrazo de esos ebrios y sin peros.

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