Ranchera, sound y mucha cumbia
en la fiesta costumbrista que te convierte en princesa
junto a otras gringas que nos avivan la cueca.
Llega la hora de la despedida.
En pocos minutos intercambiamos idiomas,
mails y números telefónicos.
Debes huir como Cenicienta
y tu carroza una camioneta que convencemos
te lleve por unas cuantas lucas.
Ahora solo dialogo con tu buzón de voz.
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