Hay niños que juegan bajo el sol de febrero
y le dan explicaciones a los viejos
que apenas recuerdan su nombre
y les enseñan a jugar con el lenguaje.
A veces los viejos vuelven a reír
pero ladran los perros y les recuerdan sus fugas.
Hay niños que juegan aún ajenos al invierno.
Inventan pregones y adivinanzas clandestinas
como el vino que nos sirven en taza.
Agradecidos
de que no existan preguntas.
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