No me preguntes si aún mis sentimientos llevan tu nombre,
déjame guardar silencio
y hablemos sólo de nuestros amaneceres separados y grises.
Deja convencerme de que tu vida
ya está consolidada en amargos augurios de un error apresurado.
Después de tanto tiempo
tus días se han restringido a tus quehaceres cotidianos.
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