La fatalidad en sus palabras no convence
ni a las piedras.
Su nombre suena en carcajadas mientras se niega el hambre en los discursos.
Su desnudo en sueños de tranvía,
sus pies hechos de barro milagroso.
Plaza de pueblo y lluvia,
domingos de invierno en sus ojos de hazaña triunfante.
Un silencio en sus manos deambula.
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